Monday, April 2, 2012

Dos Despedidas

Despedida

Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.


Gabriel Celaya




Cuando yo me vaya,
todo se irá conmigo
mis pensamientos,
mis ideas
mi timidez
mis tristezas
mis alegrías
mis gustos
mis odios
mis penas

Todo se irá conmigo

sólo quedará un recuerdo mío:
mi forma de ser,
que a todos resulta tan molesta,
sí, tan molesta,
y yo recordaré muchas cosas
a todos los tendré en mi mente
a mi mejor amiga,
a mis compañeras
a mi familia, todas mis cosas
a todos mis profesores...
Mis lágrimas son inevitables cuando escribo esto.


De 'Al Atardecer, estaré Muerta' (1993)



El primer poema me recordó tanto a mi estilo y a lo que me gustaría tantas veces expresar, que me quedó grabado cuando lo leí; por supuesto, no puedo compararme en nada a Celaya, y la temática -el amor- nada tiene que ver con la de mis versos, pero hay cierta semajanza, aunque sea muy leve. El segundo es mío, un híbrido entre tres que tienen el mismo comienzo, de la colección que escribí cuando tenía 13 años; como siempre, reflexivo, a veces contradictorio -por la dualidad de la muerte como objeto de miedo pero también de liberación-, sin embargo, siempre sincero y sentido.


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